Demasiadas palabras

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Comentar en blogs: el DRAE y la mujer

Aunque la blogosfera tuvo mejores momentos y no se reciban la cantidad de comentarios que se solía recibir, entrar en un blog y dejar una anotación continúa siendo estimulante. Aunque se escriban menos comentarios y muchos se queden sin la cortesía de una respuesta; escribirlos tiene sus alicientes. Me refiero al comentario escrito una vez leído el texto y al que no tiene como objetivo único atraer visitas. Pero, ¿qué relación tiene esto con el Diccionario de la RAE y la mujer?

Tengo por costumbre, antes de publicar un texto, rastrear blogs para enriquecer lo escrito con enlaces. Hace unos días llegué a El diccionario, publicado en «Midnight in translation», donde su autora animaba a compartir definiciones controvertidas del Diccionario de la RAE. La entrada que estás leyendo, tiene su origen en lo comentado en dicho blog.

Aunque la Constitución preconiza la igualdad de los españoles y la Real Academia Española actualice su Diccionario periódicamente, aparecen definiciones discriminatorias y ajenas a la igualdad, concordia y respeto implícitas en la Carta Magna. En otras palabras, tanto en el Diccionario como en la realidad diaria, eso de la igualdad es una quimera que ni está ni se le espera.

La primera palabra comentada fue «rural». Quien es de pueblo y vive en un diseminado rural, no comparte que conserve aún el significado de otros tiempos. Bastaría hablar con el personal que habita pueblos y zonas rurales para constatar que ya no responden al criterio de «inculto, tosco, apegado a cosas lugareñas» recogido en el Diccionario de la Academia. Pero si éste nos define así, ¡qué decir de quienes con desdén e ignorancia se refieren a las zonas rurales como la «España profunda»! ¿Desconocen que la mayor «profundidad», desigualdad y contraste, se observa en las grandes ciudades?

El segundo término comentado fue «mujer». En el Diccionario académico, palabras como  «mujer» y «hombre» resultan reveladoras. Mientras que en «hombre» abundan expresiones descriptivas y vigentes, para «mujer» ocurre lo contrario. La «mujer del  arte» no es la relacionada con la creación o difusión artística, ni «mujer de partido» es la que pertenece a un partido político: ambas son prostitutas. El vocablo «mundana» cambia de significado cuando acompaña a «mujer» para convertirla en prostituta. Entre una «mujer pública» y un «hombre público» hay una diferencia significativa igualmente vinculada con la prostitución. Hay otras palabras para el debate: alcaldesa, mujer del alcalde; gozar,  conocer carnalmente a una mujer; huérfano, na, dicho de una persona de menor edad: A quien se le han muerto el padre y la madre o uno de los dos, especialmente el padre. Para concluir: mientras «madre» es la hembra que pare, «padre» es el varón o macho que engendra.

El Diccionario actualiza cada cierto tiempo su contenido eliminando palabras, acepciones o expresiones caídas en desuso e incorporando novedades. Por ello, resulta sorprendente que aún queden términos desfasados, sexistas y denigrantes. Probablemente las lenguas no sean sexistas pero sí puede serlo tanto el uso que se haga de ellas como un diccionario cualquiera.

Volviendo al principio. Aunque la blogosfera pase por momentos difíciles, se escriban menos comentarios y muchos se queden sin respuestas; aunque eso que llaman conversación haya emigrado a Twitter y Facebook,  un blog sin comentarios no es un blog. Puede que comentar auxilie un blog en la misma medida que rezar ayude al parado, pero si los comentarios aportan algo y abren sugerencias para un nuevo texto, será cuestión de reincidir en el empeño.

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2 comentarios

  1. Verbarte dice:

    Interesantes propuestas las recogidas en tu artículo. Es evidente que los comentarios aportan dinamismo a la comunicación llevándolos de la categoría de monológos a la de diálogos o a la de conversación, lo que los enriquece o desvirtúa en función de quienes participan y sus intenciones. A veces, los comentarios tienen una función parecida a la de las velas y otras veces a la del diván de una consulta psiquiátrica, que vienen a tener efectos parecidos. Me quedo con una función más próxima a la tertulia improvisada que surge espontáneamente en cualquier esquina o plaza donde una encuentra eco para sus cuitas cotidianas.
    También es evidente que los diccionarios cumplen su función social y que la RAE va más allá de su vetusto lema. Además de limpiar, fijar y dar esplendor, también se desprende de su su obra, a veces, que adoctrina y ayuda a conservar pensamientos dominantes. Pero, dentro del panorama actual, hay otros diccionarios donde la semántica compite con la perfidia y las acometidas hacia una ciudadanía dispuesta a aprender sin pensar. No hay más que ver el diccionario político o el diccionario televisivo. Del primero, basta cualquier ejemplo de los que saltan a diario de bocas instaladas en la mentira y la manipulación como forma comunicativa; del segundo, pongo por ejemplo la palabra «machada», empleada como sinónimo de gesta, que está en boca de un buen número de comentaristas para referirse a la heroicidad en el deporte realizada por deportistas habitualmente machos.

    • Juan dice:

      Totalmente de acuerdo. Los comentarios son parte sustancial de los blogs y aunque más que conversación sea un cruce de notas o acotaciones sobre el asunto tratado hay quien lo despecha porque suelen aportar poco y porque dar respuesta es un esfuerzo poco recompensado. En cuanto al diccionario político o televisivo: ¿deprimente es la palabra?, ¿acaso ignorancia? Efectivamente en el periodismo deportivo abunda lo «macho», casi en la misma proporción que ese lenguaje bélico que suelen usar.

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